Cada vez vemos más evidente que la creación de empleo joven es la consecuencia final de muchas cosas que actúan mas como barreras previas que hay que superar que como impulsores a fomentar. Para que haya más empleo joven debe haber una demanda superior de empleo a todos los niveles. Esta no será superior a la tasa de reposición de los jubilados si la empresa no crece en actividad de las personas empleadas, por encima del crecimiento económico.
El factor tecnológico va a favor y en contra del empleo juvenil, por una parte por el mayor conocimiento de las nuevas tecnologías por los nativos digitales, pero por otra la tecnología reduce drásticamente las horas de trabajo para un mismo resultado, como consecuencia de la aplicación del software a tareas rutinarias o de proceso de cualquier tipo.
Para que se cree más trabajo inteligente, para jóvenes -bien formados y con tecnología en sus manos- se requiere aumentar significativamente el valor que producen las empresas del tipo y del sector que sean. El más valor entendido como la resolución de problemas más complejos, con menos costes y en consecuencia con un mayor retorno económico. Esta dinámica genera crecimiento más sofisticado en donde el empleo joven tiene mayor aplicación.
Solo así se puede mantener el círculo virtuoso donde tecnología, valor y crecimiento se alinean y donde las empresas demandan personas bien formadas y dominadoras de las tecnologías facilitadoras de la transformación que acompaña al crecimiento.
Pero este ejercicio de aumento del valor de lo producido o servido requiere recualificar adultos en todas las edades. No podemos hacer mejor y más sin recualificación de los empleos vigentes, fijos y temporales, en todos los ámbitos. Eso supone invertir en formación y en proyectos de innovación en las empresas, donde una o dos generaciones trabajan juntas y renuevan procesos, productos y sistemas de servicio y también mercados y modelos de negocio.
De lo contrario la parálisis de “lo de siempre” que se torna en decadencia por el efecto de otros agentes externos, sobreprotege los empleos actuales y no deja entrar nuevas capacidades y nuevas tecnologías. Este es el círculo vicioso de pérdida de valor de la empresa y de cualificación de los trabajadores en la misma.
Así como la inversión en I+d genera resultados posteriores de actividad económica, la inversión en reciclaje de adultos genera empleo joven, sostenibilidad y desarrollo empresarial. Formación de adultos en la empresa y paro juvenil son dos variables que se relacionan mucho más de lo que parecería y que determinan junto a la tecnología que las acompaña el grado de renovación de las empresas , la economía y el bienestar social.
Juan José Goñi Zabala
Futucultor