Santiago García Echevarría regresó de Suiza con sus ideas reforzadas, tras exponerlas en el marco de las jornadas organizadas por la Fundación Novia Salcedo. “Fíjate que estos países -englobando a todas la economías noreuropeas- desde el inicio de la crisis apenas han sufrido paro juvenil”, anuncia desde un principio.
Según el catedrático emérito en Política Económica, la diferencia fundamental radica en el concepto de la formación dual, algo extraño por estos lares. Consiste en combinar estudio y trabajo de manera simultánea, a partir de los 18 años, de modo que los jóvenes terminan su aprendizaje con la suficiente experiencia profesional para resultar competitivos en el mercado laboral.
“Hay que aprender en paralelo. El desarrollo de una persona no es un proceso lineal, tiene dos facetas: por una parte está el conocimiento puramente técnico, pero también tiene una dimensión social. Aprender lo que es la cooperación. ‘El bien común’ que diríamos. Y eso no se gana en una escuela, si no trabajando».
Para el profesor, lo que nos separa de nuestros nórdicos vecinos no es tanto una cuestión de carácter, como se excusan algunos, sino de mentalidad empresarial. «Aquí predomina una visión cortoplacista, pero habría que empezar a pensar a largo plazo. Las empresas deberían basarse más en las personas y no tanto en el capital». Matiza que su discurso versa sobre pequeñas y medianas empresas, no sobre las grandes. «Esas tienen ejecutivos, yo hablo de empresarios», especifica García Echevarría. No le cabe duda: para el catedrático, «la clave» realmente se encuentra en las personas.
Preguntado sobre el fenómeno de la emigración joven hacia estos países, García Echevarría no se muestra sorprendido. Al contrario: «Los españoles se adaptan perfectamente en Alemania. Ahí su formación es bien valorada». En el país germano el 80% de los jóvenes trabajan y se forman al mismo tiempo, y existen «quintas y sextas generaciones trabajando en la misma empresa, porque se valora a las personas».