Las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, una ceremonia solemne celebrada en la basílica de San Pedro, fue el marco elegido por el Papa para realizar un llamamiento a la sociedad para reflexionar sobre el lugar que los jóvenes tienen en ella, donde se privilegia «la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida».
Francisco instó a asumir la «deuda» con los jóvenes, a los que se les debe dar un «lugar protagonista» ante las inmadureces de la sociedad. «Hemos creado una cultura que, por un lado, idolatra a la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente, hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya que lentamente les hemos ido marginando de la vida pública, obligándoles a emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse en un mañana», reflexionó.
Mensaje de esperanza
El obispo de Roma quiso aprovechar la última celebración litúrgica de 2016, en la que se entonó el ‘Te Deum’ de acción de gracias por el año pasado, para lanzar un mensaje de esperanza hacia los jóvenes a los que se les exige que «sean fermento de futuro» pero a la vez se les discrimina y hasta se les condena «a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas».
Para el Pontífice, es preciso mirar el pesebre para asumir el desafío que supone que los jóvenes «no se dejen desilusionar» y «estimularles para que sean capaces de soñar y de luchar por sus sueños». «Mirando el pesebre nos encontramos con los rostros de José y María. Rostros jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas. Rostros jóvenes que miran hacia delante con la no fácil tarea de ayudar al Niño-Dios a crecer».
Además, Francisco quiso pedir especialmente un compromiso en todos los niveles de la sociedad para «ayudar» a los jóvenes a «recuperar, aquí en su tierra, en su patria, horizontes concretos de un futuro a construir». «No nos privemos de la fuerza de sus manos, de sus mentes, de su capacidad de profetizar los sueños de sus mayores. Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos, podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario», aseguró.