Un informe del Observatorio Empresarial contra la Pobreza analiza las causas de las altas tasas de paro que sufren los jóvenes y propone soluciones desde los ámbitos formativo y empresarial
Cuatro de cada diez personas de entre 20 y 24 años que quieren trabajar no pueden hacerlo por falta de oportunidades; más de 400.000 jóvenes de entre 16 y 29 años ni estudian ni trabajan, y la tasa de desempleo en esa franja de edad se sitúa en el 34%. Estos son algunos de los datos que recoge el informe ‘El camino hacia el empleo juvenil. Qué puede hacer la empresa’, elaborado por un equipo multidisciplinar de expertos para el Observatorio Empresarial contra la Pobreza.
El estudio analiza en profundidad las causas, consecuencias y soluciones de un problema que afecta a 1,2 millones de jóvenes en España. Entre las primeras, alerta de que un 44% abandona los estudios sin completar la Educación Secundaria. Muchos de ellos ni siquiera consideran retomarlos más adelante, una actitud negativa muy unida a las dificultades que tienen muchos recién titulados para encontrar trabajo, principalmente por falta de experiencia laboral y porque la formación que han recibido no se adapta a los requerimientos que demanda el mercado. En este sentido, la Comisión Europea calcula que solo con reducir el índice medio de abandono escolar prematuro en un punto porcentual, la economía de la UE adquiriría cada año un potencial adicional de medio millón de trabajadores jóvenes cualificados.
La «dureza» con la que la crisis ha tratado a este segmento de la población en lo relativo al empleo es otra de las causas a las que hace referencia el informe. Más de la mitad de los jóvenes ocupados están empleados bajo modalidades contractuales temporales, lo que les deja más desprotegidos cuando la empresa tiene que afrontar una reestructuración de plantilla por motivos económicos.
Este escenario de desempleo y precariedad tiene consecuencias muy importantes sobre los niveles de vulnerabilidad social. Así, el 58% de los jóvenes parados en España se encuentra en riesgo de exclusión social, lo que «desemboca en una pérdida de capital humano, desigualdad y menor cohesión».
Trabajo coordinado
El informe propone un conjunto de medidas para mejorar esta situación en las que empresa, tercer sector y administración pueden trabajar de forma coordinada.
-Prevención del abandono escolar temprano: Según las estadísticas, el abandono escolar suele estar vinculado al desconocimiento e impacto que puede ocasionar en el joven a largo plazo el hecho de no finalizar sus estudios. Muchos dejan de acudir a clase por motivos relacionados con el trabajo y otros al pensar que la formación no les va a servir para encontrar un empleo.
-Reincorporación al sistema educativo: Una buena iniciativa sería la de crear entornos formativos muy distintos a los actuales, más flexibles, de menor duración, orientados y cercanos a la práctica y al desempeño profesional. El informe también recomienda a las empresas con trabajadores sin formación reglada que les ayuden a completarla con políticas de formación interna.
-Transición de la formación al empleo: El estudio subraya que una de las causas del desajuste entre formación y empleo es que “las necesidades de las empresas crecen de forma geométrica, mientras que la capacidad de revisión y adaptación del sistema educativo es muy limitada, rígida y lenta”. Para subsanar este problema, se aconseja poner en marcha programas de asesoramiento, de creación de becas y contratos de prácticas, o de fomento del emprendimiento juvenil, entre otros ejemplos. También alcanzar acuerdos con centros educativos, crear titulaciones o centros de formación propios que sirvan para cubrir las propias necesidades de cada empresa.
-Empleabilidad de los jóvenes: Las principales barreras que frenan su incoporación al mercado laboral son la falta de información, redes de contacto y conexiones con el mundo de la empresa, la carencia de habilidades que no se enseñan en la escuela, como la cooperación, la capacidad de comunicación, el trabajo en equipo o la creatividad y, por último, un modelo que no facilita que los jóvenes pongan en práctica en la empresa lo que están aprendiendo en el centro educativo.
-Gestión de jóvenes en riesgo de exclusión social: Las entidades del tercer sector constituyen el puente entre estos jóvenes poco preparados y las empresas, cuya involucración es un aspecto clave en su empleabilidad al ser el lugar en el que prestarán sus servicios. Se proponen acciones destinadas a prevenir el abandono escolar e itinerarios personalizados de inserción laboral, sin descuidar factores de riesgo que puede influir en su devenir como la situación familiar y económica o el estado de salud.
Por todo ello, el estudio del Observatorio Empresarial contra la Pobreza señala que el sector empresarial debe incluir cuanto antes programas que mejoren la empleabilidad de los jóvenes bien desde su estrategia de negocio, bien desde el ámbito de su acción social, bien desde su posición como lobby o influencia. «La empresa española tiene por delante la oportunidad de apostar de forma estratégica por el empleo juvenil, tanto para mejorar su competitividad como para acabar con un problema social de primera magnitud. Para ello, eso sí, debe comprender bien el problema y trabajar en alianza con otros actores», afirmó durante la presentación del trabajo María Jesús Pérez, subdirectora general de Fundación CODESPA.
Junto a ella, han tomado parte en la elaboración del estudio Sandalio Gómez, profesor emérito del IESE; Eduardo Gómez, socio director de Ideofactum; y Leticia Henar, jefa de Proyectos del Área de Estudios e Innovación Social de la Fundación Tomillo. Asimismo, ha colaborado 30 empresas y entidades del Tercer Sector de Acción Social con amplia experiencia en los procesos de formación y adaptación al mercado laboral.