Ignacio Calderón – Vicepresidente de la FAD

 

7 millones de alumnos y 5 millones de familias han participado en los programas puestos en marcha por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) en sus 30 años de andadura. “De todo eso algo queda, aunque en España lo ponemos muy difícil, porque este es un país absolutamente festivo”, destaca Ignacio Calderón, vicepresidente de esta organización. Según las conclusiones del Barómetro 2017 del Proyecto Scopio realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, a pesar de la coyuntura actual y la elevada tasa de paro, los jóvenes miran sal futuro con optimismo.

-¿Son felices nuestros jóvenes?

Efectivamente, dan claramente muestras de felicidad. Tienen una vida que les hace decir que son fundamentalmente felices. Viajan, salen, bailan, ligan… Eso no quiere decir que no haya desempleo, que saben que muchos tendrán que marcharse fuera de España a trabajar, que es muy probable que no tengan unos contratos adecuados… Todo eso lo saben, pero la conclusión es “estamos bien, lo pasamos bien, somos felices”. Tienen una calidad de vida que se ha creado en una sociedad como ésta, apoyados en la familia, que les permite manejarse en unos niveles de disfrute.

-¿Cómo ven su futuro?

Con los cambios tecnológicos, la inteligencia artificial y la robótica habrá que ver cómo va a ser el estilo de vida. Mi generación estaba construida en base al conocimiento rentable, es decir, te enseñaban aquello que daba dinero. Trabajar te permitía casarte, comprarte una vivienda, un coche… Lo que se está barajando ahora mismo es que muchos puestos sean destruidos por las máquinas y que el empleo sea menos rentable. Por ello lo más importante es que sean capaces de ser felices, aprender a hacer cosas que les llenen, porque seguramente dentro de 15-20 años, cuando sea, podrán estar viviendo de la satisfacción, la alegría y del disfrute.

-¿Y a nivel laboral? ¿Qué expectativas tienen?

En este momento nadie tiene claro si las nuevas tecnologías van a destruir más empleo del que crearán. Lo que sí parece es que van a generar empleo distinto. Los jóvenes saben que tienen que prepararse para los empleos que van a tener más posibilidades en el nuevo escenario, en los que van a tener que desarrollar otras cualidades.

-¿Y qué papel tendrán las drogas en el nuevo escenario?

Toda esa transformación hay que contemplarla y prepararles para vivir en un escenario nuevo en el que seguirán estando las drogas. Se habla de una renta social universal porque no hay trabajo para todo el mundo, pero hay que vivir, y la esperanza de vida aumenta. Seguramente tendrán mucho tiempo libre. Por eso, la educación en valores, junto con el deporte, la pintura o la música, pueden ser elementos de acompañamiento muy importantes.

-¿Cómo puede afectar el consumo de drogas a la formación física y mental de un adolescente?

Depende mucho del nivel de consumo, de la continuidad, de la personalidad y de muchas otras circunstancias. Lo que está muy claro es que no es recomendable. No beneficia lo más mínimo. Los médicos están alertando sobre todo con respecto al alcohol, que es la droga más próxima en nuestro entorno. Alertan de que un consumo precoz afecta enormemente al organismo, al hígado, al bazo y al cerebro, que se está formando hasta los 25 años.

-¿Qué otras consecuencias, “invisibles” ahora para ellos, pueden desencadenarse?

Esos consumos condicionan tus capacidades de enfrentamiento, tu fuerza, tu disposición y tu implicación. Cuando no has bebido sí dices si bebo no conduzco, pero cuando estás colocado piensas que no pasa nada, te encuentras perfectamente. La droga te anula la capacidad de control y te lleva a asumir riesgos que nunca deberías haber asumido. Por no hablar de los accidentes, violencias, embarazos no deseados y todo lo que se produce o se puede producir como consecuencia.

-¿Y de qué forma puede influir en su rendimiento académico?

España es un país que tiene un fracaso escolar muy alto, mucho más que Europa, y en ello influyen factores de consumo clarísimamente. Lo que está claro es que el consumo de drogas no es un elemento que fortalezca la disciplina y tu capacidad de sacrificio, en absoluto, lo que te hace es que te desinhibe y te deriva mucho más hacia los caminos del ocio, la diversión y la relajación.

-La droga puede llegar a truncar incluso su carrera laboral…

Sí, las empresas lo toman con mucha cautela, como es lógico. Porque tener en la plantilla o contratar a una persona drogodependiente es enfrentarte a una realidad compleja, mucho más compleja que contratar a una persona que no lo es. Hay que ponerle freno porque estamos sembrando un terreno de problemas en este momento ya, pero también posiblemente con consecuencias futuras, que no están analizadas, pero que estarán ahí en muchos de ellos. Cuando se den cuenta muchos de ellos serán alcohólicos, como también el que fuma porros todos los días acabará siendo un adicto y por tanto drogodependientes.

-Antes, los jóvenes desconocían las consecuencias derivadas del consumo de drogas. Ahora, en cambio, están sobreinformados, ¿cree que eso ayuda a concienciarles o produce justo el efecto contrario?

Es verdad que los jóvenes conocen los riesgos del consumo de drogas, pero evidentemente también conocen las compensaciones y beneficios que buscan. Lo que ocurre es que juegan a muy corto plazo. La inmediatez es un elemento propio de la juventud, como es lógico, porque tienen una edad en la que no se ven proyectados en el tiempo. El consumo de drogas produce unos determinados efectos, que efectivamente tienen unos riesgos, pero ellos no se plantean lo que les puede lastrar en el futuro.

-¿Utilizan la red para informarse y resolver sus dudas?

Los jóvenes se mueven mucho por su visión práctica del tema. Independientemente de lo que les digamos, ellos ya han tomado alcohol y fumado porros o tienen muchos amigos que lo hacen. Entonces tienen la visión de la experiencia. Por eso, cuando ellos hablan de la compensación que tienen las drogas diferencian mucho unas de otras, porque las conocen. Anda que no llevamos tiempo hablando de los peligros de las drogas. Tienen toda las informaciones y criterios de expertos y organizaciones, pero miras los índices de consumo y el primero es el del alcohol. El discurso del tabaco y el cáncer sí ha calado entre ellos y saben que hay sustancias, como la heroína, con las que no se puede tontear. Pero aunque ha aumentado el consumo de cerveza sin alcohol estamos hablando de que hubo 6.000 comas etílicos el año pasado y de casi medio millón de borracheras mensuales en menores de edad.

-¿A qué edad empieza su consumo?

El alcohol está en una media de inicio de 13,9 años y evidentemente cuando es media significa que hay gente que consume con menor edad. Las demás sustancias están entre los 14 y15 años.

-¿Qué les empuja a coquetear con las drogas?

En la preadolescencia se juntan dificultades en el desarrollo personal porque están empezando a crecer, quieren tener un protagonismo mayor, comienzan las relaciones de pareja… Es una edad de difícil manejo, porque es de transformación, y el juego con las drogas se inserta precisamente en toda esa temática. Además, uno de los factores que más influyen es la presión de grupo. El joven no puede tolerar que le marginen sus iguales.

-¿Son conscientes del peligro que conlleva entrar en ese juego?

Cuando tú te encuentras con una persona que tiene falta de autoestima o una debilidad de carácter que le produce inestabilidad o que le hace sufrir, un consumo de alcohol o de cánnabis le permite superar esa dificultad, pero la droga se convierte en una muleta. Como decía el filósofo José Antonio Marina, “las drogas no son un problema, sino una mala solución al problema”.

-¿Cuál es la solución?

Este estilo de vida crea una serie de elementos a su alrededor que son difíciles de controlar porque está todo eso y hay quien dice que si no existiera el botellón lo tendríamos que crear para la socialización de los jóvenes. No es lo mismo charlar a través de internet que en un parque. La socialización es una necesidad imperiosa de los jóvenes, que están naciendo a la vida. Es una cuestión de verdadera importancia. Otra cosa es que ahí entra el juego del alcohol con niveles de consumo y de borrachera intolerables.

-¿Cómo hacéis desde la FAD para hacerles ver más allá del ‘carpe diem’?

Nosotros trabajamos siempre a través de mediadores, familias y educadores. Una herramienta fundamental es la educación en valores, con la construcción de una personalidad basada en el respeto y la tolerancia. Si en mi generación salíamos a partir de los 18 años a la vuelta de la esquina a jugar un partido de fútbol y ahora a partir de los 13 salen las noches enteras todos los fines de semana, eso nos obliga a darles una mayor preparación. Cuando un chico o una chica abre la puerta de su casa para salir de fiesta por primera vez deberíamos haberle dotado de recursos para manejar lo que se va a encontrar, no al revés.

-¿La crisis y el desempleo juvenil han provocado un repunte del consumo entre los jóvenes?

Sí, la crisis ha favorecido el consumo, pero porque la crisis se insertaba en un estilo de vida que de repente se rompía. Entonces las expectativas desaparecían y eso generaba frustración y jóvenes desorientados y deprimidos. Todo eso ha influido indudablemente en el consumo.