A la Clasificación Internacional de Enfermedades, también se suma la adicción a los videojuegos
Los expertos de todo el mundo reunidos en la Asamblea Mundial de la Salud, en Suiza, ha añadido a la Clasificación Internacional de Enfermedades al desgaste profesional y a la adicción a los videojuegos. Se trata de dos trastornos de la vida moderna.
Esta lista sirve para establecer las tendencias y estadísticas sanitarias en base a las observaciones y conclusiones de una equipo médico especializado en cada área. Esta especie de guía de referencia, que entrará en vigor en 2022, es utilizada por profesionales sanitarios de todos los países que, además, facilita el intercambio de información.
El desgaste profesional o burn-out se suma al apartado de problemas relacionados con el empleo o desempleo y se define como un síndrome que resulta del estrés crónico y gestionado sin éxito en el lugar de trabajo. Se caracteriza por tres dimensiones: sensación de cansancio extremo o agotamiento físico y emocional; distancia mental creciente, sentimientos negativos o cinismo con respecto al trabajo; y la reducción de la eficacia profesional.
Este desgaste no surge súbitamente, sino que, por lo general se gesta en un periodo de cinco y ocho años de agotamiento continuo y estrés crónico en el contexto laboral. El perfil responsable de los afectados complica el alivio del trastorno puesto que los síntomas llegan a generar sentimientos de culpa que llevan a la persona a implicarse aún más en el trabajo, causando más agotamiento y perpetuando así un círculo vicioso.
Adicción a los videojuegos
La adicción a los videojuegos ha sido añadido a la categoría de comportamientos adictivos o de dependencia. La OMS ha explicado que sufren esta enfermedad las personas con un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente tanto en línea como fuera de línea. El diagnóstico se confirma cuando el comportamiento adictivo se observa en un lapso de al menos doce meses, aunque existen casos en los que el padecimiento es evidente y grave en periodos más breves. Los síntomas incluyen: deterioro en el control sobre el juego; incremento de la prioridad prestada al juego, que se antepone a otros intereses y actividades cotidianos; y la persistencia o aumento del tiempo dedicado al juego pese a que tenga consecuencias negativas.
La adicción a los juegos digitales supone un riesgo alto para la salud física y mental de la persona afectada o de quienes la rodean toda vez que el patrón de comportamiento del jugador genera un deterioro personal, familiar, social, educativo u ocupacional. Entre los daños a la salud derivados de la afición a los videojuegos destacan la falta de actividad física, la dieta poco saludable, los problemas visuales o auditivos, las complicaciones musculoesqueléticas, la falta de sueño, el comportamiento agresivo y la depresión.