El profesor de Sociología de la UPV, Eguzki Urteaga, moderó una de las tres sesiones plenarias del Bilbao Youth Employment Forum, en las que expertos de diversos ámbitos reflexionaron sobre las barreras que impiden el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Con esta experiencia todavía reciente, Urteaga habla de los problemas sociales que conlleva el paro juvenil, critica que los gobiernos «no se tomen suficientemente en serio esta problemática» y recomienda, de cara a la próxima edición de este foro, realizar un análisis comparativo del modelo dual de formación para adaptarlo al País Vasco.
-¿Qué opina sobre el BYEF, en el que ha tenido un papel muy activo?
Yo creo que el foro ha sido muy productivo. Actores de distintas entidades, instituciones, organismos y empresas han participado y eso ha dado lugar a un debate muy rico con elementos de comprensión vinculado al diagnóstico que han sido muy pertinentes y, por otra parte, propuestas concretas de mejora para reducir el desempleo juvenil que conocen en particular los países del sur de Europa.
-De entre todas las propuestas que se recogieron en las sesiones plenarias, ¿cuáles cree que pueden ser más factibles de implementar a corto plazo?
Una de la reforma que me parece clave es el desarrollo de la formación dual, es decir, la posibilidad que tengan los estudiantes universitarios, e incluso los de Secundaria, de beneficiarse de un sistema de alternancia donde compaginan fases de estudio en las aulas con fases de trabajo en las empresas. Países como Austria y Alemania han desarrollado ese modelo y eso les ha permitido llegar a unos niveles de desempleo juvenil muy bajos. La alternancia posibilita a los jóvenes adquirir experiencia, hacerse con la cultura empresarial de la propia entidad y después aumenta de manera notable la opción de ser contratados una vez terminadas las prácticas.
-¿Cuáles son las fortalezas que exhibe el País Vasco en cuanto a formación y políticas de empleo?
Uno de los activos es la Formación Profesional, sobre todo si comparamos el modelo vasco con respecto a lo que existe en varias comunidades autónomas, y asociado a ello el peso importante que tiene la industria. La industria representa el 25% del PIB de la CAV, cuando en muchos países europeos es inferior al 20%. Eso es un activo, se ha visto que el hecho de tener un tejido productivo que esté equilibrado entre los diversos sectores le ha dado fortaleza a la hora de hacer frente a la crisis económica y financiera.
-¿Considera que los gobiernos están afrontando el problema del desempleo juvenil con valentía?
No, yo diría que hay carencias notables en las políticas a nivel europeo, estatal, autonómico y foral. No se ha tomado la medida del problema que representa el paro juvenil no solamente en referencia a la trayectoria profesional que puedan tener esos jóvenes sino también en los equilibrios sociales, económicos, demográficos… El hecho de que muchos jóvenes no encuentren empleo tiene consecuencias notables a varios niveles: se retrasa la edad de emancipación y la natalidad es más baja, lo que se traducirá dentro de algunos años en una mayor dificultad para asegurar la sostenibilidad del Estado del bienestar y en particular del sistema de pensiones, de la Seguridad Social, de la atención de las personas dependientes… En ese sentido, tendría que haber una toma de conciencia muy superior.
Lo que pasa es que en la CAV en particular y en el Estado en general hay una confianza excesiva en la capacidad que tienen las familias para soportar la crisis y sus consecuencias. Es un modelo muy familiarista en ese sentido y se considera que si los jóvenes no encuentran empleo, en todo caso podrán vivir en casa de sus padres, podrán beneficiarse de su ayuda y eso evita situaciones extremas de pobreza y exclusión social. Pero eso a medio plazo plantea problemas relevantes, y en ese sentido no se toma suficientemente en serio la problemática que supone el paro juvenil. Otros países europeos se lo han tomado en serio y obtienen buenos resultados. Necesitamos que las administraciones públicas y todos los actores implicados (sindicatos, patronal, empresas, asociaciones, fundaciones, etc.) colaboren y se coordinen para lograr mejores resultados.
-De cara a la próxima edición del BYEF, ¿cree que se deberían tratar en profundidad algunos de los aspectos que se han apuntado estos días?
Sí, sería muy interesante porque de hecho en las jornadas se han aportado algunas pistas y algunas ideas, pero después hay que profundizar en ellas. Lo que es interesante es hacer análisis comparativos, es decir, ver cómo el modelo dual se ha aplicado en varios países y en qué medida se puede adaptar para poder aplicarlo por ejemplo en la CAV. Habría que profundizar por tanto en algunos aspectos vinculados a la formación dual o al diálogo social. Son elementos importantes porque al fin y al cabo el objetivo no es solamente establecer un diagnóstico y unas propuestas, sino que después esas propuestas puedan traducirse en políticas públicas y medidas concretas. El reto para los próximos meses y años es ése, pasar de la teoría a la práctica.
-Hablando del diálogo social, ¿no piensa que es un problema que aquí en Euskadi haya tanta división sindical?
La división sindical como tal no es un problema, en muchos países hay varios sindicatos que representan a diversas sensibilidades. Otra cuestión es la representatividad que puedan tener estos sindicatos en la CAV (su tasa de afiliación es del 24%, superior a la del Estado y a la de Francia, pero muy inferior a la de los países nórdicos). Lo que hay que fomentar es una cultura del diálogo social y de la negociación colectiva. Sobre todo impulsando una visión de beneficio compartido, es decir, que cada una de las partes pueda sacar un provecho de esas conversaciones y que no se entre en una lógica de ganador/perdedor. La dinámica actual se traduce en un nivel de diálogo que es pésimo, un nivel de conflictividad más alto y, además, hay estudios internacionales que demuestran que repercute negativamente sobre el crecimiento económico y la creación de empleo. En ese sentido, si se mejorase el diálogo social habría un mayor crecimiento económico, una mayor creación de empleo y una mayor competitividad.
-¿Qué cree que puede aportar una década del empleo juvenil?
Uno de los méritos fundamentales de la iniciativa de Novia Salcedo es que pone ese problema encima de la mesa. En la medida en que tiene repercusión mediática, eso significa que entra en la agenda mediática, y por lo tanto las administraciones públicas, los partidos políticos y las empresas se tienen que posicionar respecto a ese problema, ya no pueden hacer como si no pasase nada. Deben tomar medidas para hacer frente a esa situación porque la presión mediática, y por lo tanto la presión social, también se incrementará en los meses y años venideros. En ese sentido, es muy importante que se insista en ello, que se hable de ello, lo que permitirá que pase de la agenda mediática a la política y que las administraciones adopten planes ambiciosos en esta materia