Uno de cada cinco jóvenes no encuentra trabajo y cuando lo hace no es de buena calidad, por lo que la región busca establecer políticas de intermediación laboral efectivas, invertir en formación para el trabajo y establecer una regulación clara sobre despidos
La tasa de paro juvenil en términos globales se situará, al terminar este 2017, en torno al 13% (es decir, casi 71 millones de jóvenes parados en todo el mundo), según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Una décima más que en el mismo periodo que el año pasado que, sin embargo, supone una mejora sustancial en relación a la tasa más elevada que se dio en el nivel más álgido de la crisis económica, en el año 2009, cuando el paro llegó a afectar a más de 76 millones de jóvenes.
A nivel mundial, las mayores tasas de este desempleo juvenil corresponden a los Estados árabes (30%), el norte de África (28,8%) y América Latina y Caribe (con el 19,6% de paro entre los jóvenes) siendo esta última región la que, según la OIT va a aumentar este año un punto porcentual su tasa de desempleo juvenil al pasar del 18,7 de 2016 al actual 19,6%, el nivel más alto desde 2004. Además, los jóvenes latinos se enfrentan a empleos de poca calidad. Y son Jamaica, Barbados y Bahamas los países con mayores tasas de desempleo (33, 28,8 y 28,3% respectivamente).
De hecho, uno de cada cinco jóvenes latinoamericanos aptos para el mercado laboral no encuentra empleo en sus países, tal y como dio a conocer José Manuel Salazar-Xirinachs, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina, en la presentación del informe anual ‘Panorama Laboral de América Latina y el Caribe’ en el que añadió que ese aumento del índice de desempleo al 19,6% afectará a cerca de 10 millones de jóvenes. Es por ello que Salazar instó a los países latinoamericanos a buscar los mecanismos para mejorar la productividad. «Debería crecer entre un 5 y un 6% y esto sólo se logrará enfrentando las brechas de baja productividad, falta de desarrollo y diversificación productiva», sentenció.
De Uruguay a Guatemala
En la otra cara de la moneda se encuentran Uruguay, Chile y Panamá, las tres naciones que lideran la lista de mejores empleos de América Latina, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que mide la cantidad y calidad en términos de cuánto empleo del que se genera está registrado en la seguridad social y cuántos trabajadores reciben salarios suficientes para superar la pobreza. En este sentido, «el relativamente alto nivel de productividad del trabajo, las efectivas políticas que han logrado formalizar a la mayoría de la población dando acceso a la seguridad social y una sociedad de bienestar desarrollada que ha conseguido involucrar a una muy buena parte de la población son los éxitos de Uruguay», destacan en el estudio del BID. Y, al igual que Chile, se trata de países con marcos regulatorios que permiten que haya bastante atracción del talento porque se dan las mejores condiciones laborales.
En cambio, Guatemala es el país de la región con los empleos de peor calidad. «Hay mucha cantidad de gente trabajando y trabajan muchísimo, pero el esfuerzo de ese trabajo sin condiciones que ofrezcan un seguro social ni los réditos necesarios para sacar a una familia de la pobreza», destaca el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Además, también existe una brecha laboral entre hombres y mujeres.
Pero ¿qué se debe hacer al respecto a nivel global? En primer lugar, atacar la baja calidad de los empleos, cuya tasa es muy alta especialmente en países como Colombia o México; y equiparar los niveles retributivos entre el Cono Sur y el resto de la región, donde hay grandes desigualdades. Medidas que pasan, en primer lugar, por establecer políticas de intermediación laboral efectivas, invertir en formación para el trabajo y establecer una regulación clara, que no genere incertidumbres en lo que a despidos se refiere.