La directora general de Novia Salcedo Fundación se ha embarcado, junto con todo su equipo, en una ambiciosa Campaña: conseguir que las Naciones Unidas declaren el periodo 2019-2028 como Década del Empleo Juvenil. Con más de tres décadas de experiencia en esta materia, Begoña Etxebarria relata cómo surgió este proyecto, sus esperanzas y se muestra esperanzada por los apoyos que están recabando entre las instituciones públicas. «Es la primera vez que los gobiernos se empiezan a dar cuenta de que el modelo de crecimiento que tenemos no da para todos, pero son conscientes de los límites que tienen de actuación», afirma.
¿Cuáles son los motivos que han impulsado la creación de un proyecto como Pegasus desde Novia Salcedo Fundación?
Pegasus es un proyecto que está asentado sobre el empleo juvenil, que para nosotros es un valor esencial en el desarrollo socioeconómico sostenible. El empleo no es un resultante sino un factor de desarrollo asentado además en la dignidad del ser humano. Es muy difícil que un joven pueda abordar un proyecto de vida si le falla la pata del trabajo. Nosobros habíamos visto que así como ha habido y hay muchas declaraciones sobre años internacionales y décadas, no existía en esta materia ninguna iniciativa ni desde la sociedad civil ni desde los organismos especializados. Así que vimos la oportunidad de llamar la atención sobre un tema que nos preocupa a todos y sobre el que hay una gran sensibilidad internacional para decir: no sólo nos estamos jugando la vida de toda esta gente joven, que son 75 millones en todo el mundo, sino que estamos condicionando el desarrollo de los países en los que viven.
Además, contábamos con una referencia muy próxima. El presidente del Foro Rural Mundial, Juan Luis Laskurain, que es una pequeña organización de la sociedad civil con sede en Vitoria, había recorrido un camino similar. Ellos consiguieron que la Asamblea General de las Naciones Unidas declarase en 2012 este año como Año Internacional de la Agricultura Familiar. Él es miembro de nuestro patronato y ante la pregunta de qué más tenemos que hacer en esta durísima crisis en la que el empleo juvenil no mejora nada, señaló que por mucho que hagamos cada día mejor nuestra tarea hay un momento en que se debe profundizar sobre las causas del problema. Entonces surgió esta iniciativa para impulsar una Década del Empleo Juvenil y rápidamente nuestro equipo profesional se puso manos a la obra.
¿Por qué en este momento?
Por un lado, debido a la dimensión del problema y por otro, porque había una necesidad como organización de dar un paso adelante en la actual coyuntura económica. Hace 4 años ya habíamos constituido un Ícaro Think Tank, una reflexión sobre las causas de fondo, y se trataba de profundizar en el conocimiento, escribirlo, contarlo y lanzar esta campaña. Otro aspecto fundamental es que en un entorno globalizado como en el que estamos una acción tiene que ser local, pero también global. Así que necesitamos una campaña de alcance mundial porque el problema también lo es: existen 75 millones de jóvenes desempleados de entre 18 y 25 años según los datos de la OIT.
¿Qué logros quiere conseguir NSF con la declaración de la Década del Empleo Juvenil?
El primero es esta visión de largo plazo porque queremos que los jóvenes sean un motor de desarrollo de los países ya que constituyen una fuerza que, bien encauzada, contribuye a ello. Por otro lado, queremos conseguir el compromiso de la comunidad internacional para que el empleo juvenil sea parte de la agenda del desarrollo humano. El trabajo es un medio de estar dentro del sistema, no excluido del mismo. La campaña es un instrumento para llamar la atención y realizar una agenda de contenidos. En este sentido, la Unesco lanzó la década de la Educación para el Desarrollo Sostenible y ya nadie pone en cuestión que el desarrollo sostenible es un concepto con validez para todos los países, y ha sucedido lo mismo con la declaración de la Década del Agua.
Con esta Década del Empleo Juvenil creemos que hay que abrir un espacio de diálogo, de participación, de comprensión del problema, de definir prioridades y líneas de actuación. Los contenidos los están dando el G-20, la OCDE, la OIT, la UE; sabemos lo que hay que hacer. Entonces, ¿qué ocurre para que no se haga? Yo creo que ahí claramente estamos atrapados en el corto plazo por el déficit económico.
¿Qué apoyo tienen de instituciones a nivel nacional e internacional?
En estos ocho meses que llevamos de proyecto hemos desplegado una agenda de contactos de primer nivel impresionante. En los años que llevo trabajando en este tema nunca como hasta ahora he visto tanta preocupación entre las instituciones públicas y los gobiernos. Es la primera vez que se empiezan a dar cuenta de que el modelo de crecimiento que tenemos no da para todos y que hay que revisar a fondo cuál es el papel de la economía; nosotros tenemos claro que debe ser un instrumento a favor de las sociedades inclusivas. Hemos hablado con el comisario europeo de Empleo, László Andor, con Joaquín Almunia, con el director general de la OIT, Guy Ryder, con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, con Ángel Gurria de la OCDE, con el consejero de Trabajo del Gobierno vasco, Juan María Aburto, que está muy interesado… Yo veo que todos los gobiernos son conscientes de los límites que tienen de actuación. Lo positivo es que hay mucho espacio para cooperar.
En NSF hemos constituido un comité asesor de 15 organizaciones españolas que están presentes a través de sus redes: Fundación Santa María la Real, Fundación Aranzabal, Fundación Tomillo, Vicinay Cadenas, el Gobierno vasco, la Escuela Andaluza de Economía Social, UNESCO Etxea, la Fundación Teresiana, la Fundación Príncipe de Girona, la Oficina Iberoamericana de Juventud… Tenemos muchos apoyos y poco a poco estamos tejiendo la red. Para que esto sea viable tenemos un grupo de Estados miembro que tiene que ser la clave para que presenten este proyecto ante la sede de las Naciones Unidas para presentarlo en el otoño de 2016. En cuanto al Gobierno español, tiene todo el interés del mundo, nos ha confirmado su apoyo pero todavía no tenemos un sí oficial y estamos trabajando para lograrlo. España tiene todas las condiciones para liderar este movimiento justo ahora que tiene el problema de más envergadura.
¿Cómo se materializa ese apoyo o adhesión?
Como es un proyecto muy ambicioso y de muy largo recorrido lo que hacemos es identificar las necesidades, qué puede aportar cada parte y ahí entran ya tanto los recursos dinerarios como los no dinerarios, como el conocimiento, las infraestructuras… En el momento en el que responda el Gobierno español va a poner a nuestro servicio toda su red de exteriores para poder alcanzarlo, al igual que ha hecho el Gobierno vasco, lo que tiene un valor tremendo. También tiene un valor tremendo el apoyo de los catedráticos eméritos que están trabajando con nosotros, como Sabino Ayestarán o Santiago García Echevarría o Victoria Camps, que en el primer año nos ayudó con el Ícaro Think Tank.
¿Qué aspectos cree que están fallando para que el paro en Euskadi haya alcanzado una tasa del 37% entre los jóvenes?
Euskadi no es una excepción con respecto a todos los factores que la OIT repite una y otra vez sobre las barreras que tienen los países y regiones que sufren un alto impacto del desempleo juvenil. Hay un problema que es objetivo, que es la baja creación de empleo de la economía, pero es que también hay un déficit enorme de conexión entre el mundo académico y el mundo productivo, existe una falta de experiencia práctica en los jóvenes, un gap que hay que rellenar. Los itinerarios deben ser más fluidos, menos abruptos. En otros países el mundo productivo no va nunca por detrás del académico, es al revés. Ahí se plantea el papel de la empresa como formadora.
Hay otro problema de déficit de los servicios de intermediación, que han estado enfocados en nuestro país a gestionar el desempleo y no el empleo. Hay una gran tarea de innovación organizativa tremenda por hacer. Y también existe una falta de accesos, de redes y contactos para implicar a toda la ciudadanía y a la sociedad porque este es un problema de todos. Hay que dar un tipo de respuestas más colectivas.