Estas semanas son clave para el futuro de la Unión Europea, está en juego mucho más que el reparto de cuotas. Nos jugamos demostrar al mundo que los valores de los padres fundadores siguen vigente. Que la UE es una unión política y económica, pero ante todo es una unión social. El escepticismo imperante en las reuniones de Bruselas, contrasta con las muestras de solidaridad de la ciudadanía. Una vez más la sociedad europea a la vanguardia y los políticos a la cola. Tarde y mal.
Cuando el gobierno de Croacia cambió su postura sobre la aceptación de los refugiados en el país y dejó de permitir un pasillo para el paso seguro a través de sus fronteras, dejó a muchas personas atrapadas en un limbo extraño. La situación que viven es acuciante, se han quedado prisioneros en un país con una alta tasa de desempleo juvenil y una economía que pelea incansablemente por seguir el ritmo de los más fuertes, los miembros de la Unión Europea que son teóricamente los mejor equipados para hacer frente a la crisis. Alojarse en Croacia, que ha tardado en recuperarse de la crisis económica mundial de 2008, no estaba en los planes de muchos refugiados. Croacia tiene la tercera tasa más alta de desempleo juvenil en la UE en más de 45%. Sólo España y Grecia tienen mayores tasas de desempleo de las personas entre las edades de 15 y 24.
La Unión Europea no ha logrado una política unificada para hacer frente a la crisis de refugiados, personas huyen estados devastados por la guerra y la represión, entre ellos Siria, Irak, Afganistán y Eritrea. Alemania y el presidente Jean-Claude Juncker, han impulsado un plan de cuotas para redistribuir los refugiados entre los Estados sobre la base de sus poblaciones y las condiciones económicas. Pero estas cuotas deben cumplirse con la mayor brevedad posible, el futuro de la Unión está en juego. Si reaccionamos a tiempo, todavía hay esperanza de dejar un legado de integración a nuestras futuras generaciones.