Según en Instituto Nacional de Estadística, en España hay alrededor de 50.000 pymes dedicadas al sector de la moda. Desde pequeños talleres a firmas de diseñadores que poco a poco se están haciendo un hueco en un sector un tanto más difícil, si cabe, en el mundo del emprendimiento. “Es una profesión con muchos picos en la que unas veces estás arriba, otras abajo…”, destaca el diseñador bilbaino Eder Aurre.
“Requiere mucho sacrificio y trabajo y hay que volcarse al 100%”
Hablar de tener una firma propia como diseñador va intrínsecamente unido al hecho de crear tu propia empresa. “He trabajado para otras firmas y notaba que había una carencia. Entraba a trabajar y en parte me gustaba lo que hacía pero al final ves que estás muy encorsetado porque te debes a una marca. Veía que no disfrutaba de lo que realmente era mi pasión y fue lo que hizo que me decantara por crear mi propia marca. Tiene sus pros y contras. Te entra miedo y pierdes la seguridad y la tranquilidad que te aporta estar trabajando para otra marca, pero te da otras cosas que no tienes trabajando para terceros. Creo que merece la pena”, admite el diseñador.
Él siempre tuvo claro que quería dedicarse profesionalmente al mundo artístico, aunque no fue hasta que “probó” los estudios de diseño de moda cuando descubrió su pasión. “Tenía la opción de hacer un grado superior aquí o de irme fuera. Decidí probar porque muchas veces la idea que tiene uno tiene de lo que puede ser una profesión luego no se corresponde con la realidad. Pero me dí cuenta de que era mi vocación y mi profesión”, detalla. Tras acabar sus estudios hizo prácticas en Laga, donde llegó a ser co-director creativo de la firma durante tres años. Una experiencia que “me ayudó mucho para conocer la moda desde dentro y ampliar muchos conocimientos”. La creación de su propia forma comenzó hace poco más de cuatro años, con su participación en CreaModa, un certamen internacional en el que los dos looks que presentó fueron reconocidos con el premio a mejor colección. “Fue el trampolín que hizo que comenzaran mi carrera en solitario y creara mi marca”, recuerda.
El camino no ha sido fácil, “sobre todo el mantenerse y, en concreto, en Bilbao” donde el sector de la industria textil es más limitado que en Madrid, Barcelona o Galicia. Todo ello teniendo en cuenta que “cuando te pones a hacer una colección tienes muchísimos problemas ya no solo de gestión interna de la empresa sino de cómo producir una colección, dónde comprar los tejidos, a qué precios… Además, también te vas encontrando muchas trabas porque en un taller se produce de modo diferente a otro, hay clientas a las que hay que tomar las medidas de forma diferente… Son trabas que te vas encontrando y son realmente muy complicadas y costosas de solucionar”, admite el diseñador.
Con la experiencia que dan los años, Aurre confiesa que él se encarga de la parte creativa de la marca y que los aspectos de gestión y puramente numéricos los ha dejado en manos de expertos. Una parte fundamental a la hora de lograr el éxito. “Creo que una empresa funciona bien porque hay un buen equipo creativo y una buena gestión de marca”, admite. Al tiempo que no pierde de vista la necesidad de “investigar por ti mismo. Lógicamente hay que tener una base y unos estudios, pero realmente esta es una profesión en la que por mucho que te digan A, B y C nunca sea A, B y C”.
Pero lo cierto es que no hay ninguna fórmula mágica más allá de “trabajo, trabajo y trabajo. Creo que es la palabra que define esta profesión” que, como cualquier emprendedor, requiere de estar pendiente casi 24 horas al día durante 365 días al año. “Me encantaría tener un horario como la mayoría de mis amigos. Pero muchas veces en vez de ir a la playa o tomar unas cañas tengo que estar haciendo un patrón, atendiendo a una clienta…”, admite Aurre. “Es una profesión que requiere mucho sacrificio y trabajo, pero como es pasional no te importa hacerlo. Es una profesión de luchadores en la que te tienes que volcar 100% y es tu vida no solo un trabajo”, reconoce antes de admitir con humildad que “también he tenido la suerte de que me hayan acompañado las colecciones, los premios y los certámenes porque es verdad que tengo compañeros que empezaron conmigo y que se han quedado por el camino”. Es ahí donde también entra en juego otro aspecto esencial del emprendedor, la paciencia. “Lo normal no es que en un año veas los frutos sino que te vayas consolidando poco a poco y que con el trabajo duro se vaya viendo el esfuerzo”.