David Fernández dejó su trabajo de ingeniero en una multinacional después de una década y un “gran vacío existencial” y se lanzó al abismo de lo desconocido. En ese momento decidió dar un cambio radical y apostar por un viaje con billete de ida junto a su pareja Amaia Maguregui, fotógrafa social de profesión con diez años de experiencia en su mochila. Ocurrió en 2017. Durante 16 meses, estos vizcaínos de 34 años recorrieron Filipinas, Indonesia, Australia, Nueva Zelanda, India y Nepal de la forma “más barata posible”. Se nutrieron del modo de vida de las aldeas, escuelas, proyectos y ONG a los que visitaron. En los últimos años, David había compaginando su trabajo de ingeniero de telecomunicaciones con la labor de investigador y docente en innovación educativa a y través del proyecto Ikaia.

La enseñanza, su vocación, fue precisamente, la protagonista de la singladura. Buscaron proyectos educativos que pudieran “inspirar a otros centros de todo el mundo” y “transformar la escuela tal como la conocemos hoy”. Así nació hace unos meses la primera parte de un documental que han bautizado ‘Searching for Superman (Buscando a Superman), los superhéroes también existen en la vida real’, que han presentado recientemente en Bilbao y San Sebastián y ya se puede ver en Vimeo.  Ahora han vuelto a partir, esta vez a Europa. “Teníamos que darle una vuelta más y seguir recopilando proyectos y experiencias, más cercanas todavía a nuestra realidad”, explica. A su vuelta, verá la luz la segunda parte del documental en el intento de solucionar problemas que han detectado en las escuelas de su entorno más cercano.

“Hace poco asistimos a unas jornadas de Design For Change (Diseño Para el Cambio), que se centran en evolucionar el sistema educativo y compartimos el fin de semana con diez profesores que son los tutores de los proyectos finalistas de este evento -cuenta-. Entre los problemas que identificamos salió el del apoyo emocional al profesor porque se sienten muy desprotegidos”. La pareja reivindica que “se reconozca el rol de los docentes a nivel social y que se les dé más importancia de la que se da, como ocurre en Finlandia u otros países de Europa. A ver si se pueden importar soluciones”.

MUCHOS CAMINOS

Observan que la Educación va estrechamente ligada a los adultos del mañana. Según David, es importante explotar el talento de los «chavales» de forma personalizada, como actúan en Europa, para que sus estudios superiores vayan en consonancia. Puntualiza, sin embargo, la experiencia que absorbió de Australia. “Vimos que allí les hacen saber que hay muchas posibilidades, muchos caminos, y están abiertos de mente a cambiar de camino cuando sea necesario. Abrirles la mente y que no se etiqueten a ellos mismos es una de las claves -detalla-. Te educo en música, en carpintería, en un montón de artes y disciplinas para que estés preparado para afrontar cualquier reto que te lance la vida”.

– Quizá alguno de ellos pueda verlo como un fracaso.

– Hay que concienciar a los padres, porque muchas veces esa concepción de fracaso viene de su parte. En la escuela tiene que imperar una cultura del error. Tú te equivocas y no pasa nada, es un primer paso para aceptar. Lo que importa es la felicidad del niño.

David también reflexiona sobre la calidad de los empleos para los jóvenes. “Si el sistema se mejora e innovamos en la escuela, en la universidad, y luego llegan a empresas en las que son una pequeña pieza de un engranaje, se evita que sean creativos y se evita el trabajo en equipo. Nada tiene sentido. Les estás obligando a irse fuera o a emprender por cuenta propia. Las nuevas generaciones van a crear un nuevo tejido empresarial totalmente diferente a la concepción de empresa del modelo tradicional”, augura.

LO IMPORTANTE SON LAS IDEAS

David y Amaia acariciaban la treintena cuando se embarcaron en este proyecto. “Pienso que las cosas antes de sentirlas hay que vivirlas -confiesa-. Un chaval puede perfectamente acabar los estudios universitarios, meterse en una empresa y decidir al cabo de dos o tres años (que le ha dado tiempo a adquirir cierta independencia económica), que no está de acuerdo con la realidad del mundo empresarial. Y llegan a esa conclusión porque les hemos educado para que lleguen a esa conclusión. Es el momento en el que me siento preparado para emprender”. Pero no todo es victoria. Observa que en ese momento “quizá estén ya preparados para su primer error, porque a la primera seguramente no les vaya a salir. Pero si les hemos educado bien, comprenderán que ese error es un primer paso para el éxito”.

– Cuando empiezan a tener responsabilidades económicas, como una hipoteca o el cuidado de los hijos, estos proyectos a menudo quedan relegados.

– Confío en que la escuela se convierta también en un lugar donde te enseñen a tomar decisiones de vida, a resolver problemas vitales. Ver que quizá en este momento a lo mejor la mejor decisión es que no me meta en una hipoteca o tener hijos, sino que primero voy a buscar cierta estabilidad. Hay que educar a personas proactivas y generadoras de ideas para que lleguen a las empresas y las transformen. Las escuelas tienen que estar ahí.

– ¿Y los recursos económicos? ¿Son importantes a la hora de emprender?

– Son mas importantes las ideas. Los recursos económicos, sobre todo para empezar, te pueden ayudar. Pero tener buenas ideas y un buen ‘networking’, conocer a gente que te pueda echar un cable y que quiera trabajar en tu misma línea, es casi mucho más importante.

Según David, la experiencia del primer viaje le ha mostrado que “cada vez nos complicamos mucho más la vida”. Por eso, el objetivo de la pareja es “transmitir que cuanto menos tenemos menos necesitamos. Y que tenemos que volver a lo básico. La verdadera educación está en los valores no en las metodologías”. Como defienden, el objetivo de la escuela debe ser “educar personas felices, autónomas y conscientes de que forman parte de algo más grande que ellos mismos”.

Fotografías de Amaia Maguregui y David Fernández