Escuelas de negocios ayudan a jóvenes deportistas profesionales a formarse para dar el salto al mundo de la empresa
Mentalidad competitiva, disciplina, fuerza mental, trabajo en equipo… Las capacidades que adquiere un deportista de élite a lo largo de su carrera profesional no tienen por qué caer en saco roto, todo lo contrario. Muchas empresas buscan personas que tengan esas características psicológicas, que estén acostumbradas a soportar presión, para ocupar puestos de responsabilidad. Jóvenes, en definitiva, que pueden aportar una serie de valores que no se aprenden en la universidad pero que requieren una formación previa como la que ofrecen algunas escuelas de negocios españolas a través de sus masters y MBA.
Eada es una de ellas. Radicada en Barcelona, el Associate Dean of Programmes, antiguo alumno y exjugador de waterpolo de División de Honor, Jordi Díaz, es el responsable de un proyecto con el que pretende ayudar a facilitar esa transición, «no siempre fácil», del deporte de alta competición al de la empresa. El centro ha firmado sendos convenios con al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat y la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña para que deportistas nacionales e internacionales puedan beneficiarse de un descuento del 25% en el importe de la matrícula al inscribirse en uno de sus programas. Cada año, entre diez y doce deportistas «generalmente menores de 30 años, que están en activo o a punto de finalizar su carrera y cuentan con estudios universitarios, un requisito imprescindible», acuden a las aulas a recibir formación en marketing o finanzas a través de un master o un MBA de 600 horas.
Los mejores de la clase
Díaz resalta que estos jóvenes suelen llegar a Eada «sin ser conscientes del valor que tiene su trayectoria deportiva porque no han trabajado, pero resulta que si empezaron a hacer deporte profesional a los 14 años y ahora tienen 24, acumulan diez años de experiencia en trabajo en equipo, constancia, tolerancia a la presión…«. Un bagaje que enseguida juega a su favor en cuanto se inicia el periodo formativo. «Suelen ser los mejores de la clase ya que se aplica una metodología con grupo reducido, muy participativa, y ahí sale todo lo que han aprendido en el deporte», sostiene.
Alumnos como el karateka alemán Stephan Schmitz, quien afirma que «un deportista puede aportar un alto grado de implicación en un proyecto y también puede enseñar a otros a saber gestionar situaciones extremas», o la atleta catalana Clara Remacha, quien opina que «contamos con la capacidad de tener una visión a largo plazo, de saber dónde queremos llegar y qué pasos hay que realizar para conseguir el objetivo final». En su caso, considera que el lanzamiento de jabalina, disciplina en la que acumula numerosos títulos, puede impulsar su carrera profesional en el sector de la publicidad. «En mi opinión, si sabes cómo ejecutar un buen lanzamiento de jabalina, también puedes lanzar una buena campaña de marketing».
La formación en el aula se completa con un periodo de prácticas en empresas que los alumnos «valoran mucho» al disfrutar del apoyo cercano del Departamento de Carreras Profesionales. La última etapa antes de colgar definitivamente el chándal y las zapatillas deportivas en busca de nuevas metas exclusivamente profesionales. «La salida laboral es extraordinaria», concluye Jordi Díaz.