Al calor de los 14 millones de españoles que pasan un promedio de cinco horas al día empuñando el mando de la consola o frente a pantallas de ordenadores y teléfonos móviles, la industria de los videojuegos ha empezado a encontrar un lugar en la economía nacional. Más de 300 empresas y cerca de 2.800 empleos directos, el 45% ocupados por jóvenes menores de 30 años, son las coordenadas que ubican a este sector como uno de los de mayor expansión del país, y que cuenta ya con festivales especializados, programas formativos y redes de distribución.
Una industria compleja en la que el consumidor solo ve la superficie y no los mimbres que la componen. Incontables horas frente a un ordenador programando, diseñando prototipos, creando mecánicas de juego, haciendo pruebas, concibiendo el arte y afinando errores para crear un producto al que se engancha o se descarta a golpe de clic.
Una carrera vocacional
La pasión por los videojuegos le viene a Ismael Serrano desde niño, una pasión que se ha convertido en su modo de vida. Con un grado superior en Desarrollo de aplicaciones informáticas y otro de Administración de sistemas informáticos, Ismael dejó su trabajo para dedicarse a estudiar Ingeniería informática en simulación interactiva en tiempo real (programación) en Digipen, universidad de referencia en el ámbito de los videojuegos ubicada en Bilbao.
A sus 28 años, Ismael declinó dos propuestas de trabajo en Polonia y la India para trasladarse a Pamplona donde desarrolla una máquina que diagnostica problemas de visión a través de un videojuego que el paciente controla con la mirada para la empresa Davalor Salud. Un proyecto del que también forman parte Xabier y Julen Urrutia, egresados de Digipen. «Desde pequeño dibujo, haciendo cómics, ilustraciones, historietas… pero el mundo de los videojuegos parecía algo muy lejano hasta que decidí subirme al tren cuando abrieron una formación específica en artes en el sector en Bizkaia», señala Xabier, de 23 años que empezó estudiando Ingeniería industrial y dio el salto a Bellas artes en arte digital y animación.
Pero no todo han sido videojuegos para Xabier. En su tercer año de carrera realizó ‘Level 1457 Last’, un corto de animación que traslada al espectador al año 2463, cuando la superficie terrestre está cubierta de hielo y la vida de los seres humanos se desarrolla en colonias subterráneas cuyo sistema de suministro de energía se ubica en el último nivel, el 1457, hasta donde solo llegan los operarios encargados de su mantenimiento. Con este audiovisual Xabier participó en varios certámenes internacionales como el Portland Film Festival, Los Angeles International Student Film Festival y el Blue Plum Animation Festival, donde recibió el premio al mejor trabajo en la categoría de Estudiantes.
Competencia global
De momento, la industria de los videojuegos saca la pantalla de ‘Game Over’ a la crisis porque a pesar de la recesión económica a escala planetaria y de su efecto en el consumo, este sector muestra una muy buena salud con un volumen de negocio que supera con creces al de la música o el cine. Pero aunque las cifras estén del lado de compañías como Sony, Nintendo, Microsoft o Sega, los creadores independientes tienen que esforzarse mucho más para entrar en los nichos de mercado acaparados por las grandes firmas. E Internet es el campo donde se libran las luchas para atraer a los consumidores.
«En Internet puedes llegar a todo el mundo, pero tienes que conseguir destacar entre un montón de videojuegos que están saliendo… Unos tienen suerte y se forran y otros igual han trabajado el doble pero no consiguen que se vuelva viral su juego», apunta Xabier. Y es que con un ‘me gusta’ de un famoso al que le siguen legiones de admiradores por todo el mundo un videojuego puede convertirse en viral. «La competencia es buena, y tiene que existir, porque hace que las empresas se pongan las pilas y mejoren el mercado», señala Ismael, convencido de que la competencia es el motor para que se ofrezcan cada vez más productos de calidad.
En el País Vasco se ubica el 6% de las empresas dedicadas al sector, según los datos de la Asociación española de empresas desarrolladoras de videojuegos DEV, donde también es una industria en alza. «Hay muchos emprendedores y empresas que hacen cosas fantásticas como Delirium Studios, entre otras, pero también otras que van tras una subvención sin importar si el videojuego que han desarrollado es atractivo e interesante para el jugador, si es novedoso, si tiene mecánicas nuevas o enseña algo», lamenta Ismael, que dedica su tiempo libre al desarrollo de un videojuego junto a Xabier. Aunque prefieren no adelantar nada porque la partida para estos jóvenes apenas empieza.