Aboga por potenciar el programa Jóvenes a la Obra y mejorar la educación
Las medidas que se están tomando en diferentes países para aumentar la inserción laboral de los jóvenes, cuyas tasas de desempleo doblan a las del resto de la población, no siempre cuentan con el beneplácito de los propios afectados. En Perú, el presidente Ollanta Humala anunció en diciembre pasado año la puesta en marcha de una nueva ley que facilite el acceso a un puesto de trabajo de jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 24 años. Sin embargo, nada más conocerse los detalles de esta propuesta con la que el Gobierno del país andino pretende reducir el empleo informal entre los jóvenes (un 88% está en esta situación), le llovieron las críticas y miles de personas salieron a protestar por las calles de Lima y otras cuatro capitales regionales.
La denominada Ley Laboral Juvenil ha sido ampliamente rechazada debido a que prevé un régimen de trabajo temporal por un máximo de cinco años, 15 días de vacaciones en vez de los 30 reglamentarios, y no contempla el pago de la compensación por tiempo de servicios, las gratificaciones anuales, el seguro de vida y la bonificación por carga familiar. Además, los sindicatos y los partidos de la oposición creen que las empresas pueden despedir a los trabajadores mayores para contratar a jóvenes no cualificados a los que podrán echar cuando cumplan 24 años.
La nueva ley, que aún está en fase de tramitación, tampoco convence a la Organización Internacional del Trabajo. Según el director general de este organismo, Guy Ryder, las reformas «deben apuntar a elevar los niveles de educación para insertar más jóvenes en los mercados de hoy y mañana, más inversiones y la utilización de tecnologías punta». La OIT recuerda en un documento elaborado con motivo de la polémica surgida en torno a esta propuesta que Perú «ya disponía de mecanismos para alentar la contratación de jóvenes, como la formación laboral juvenil, las prácticas preprofesionales y los contratos de practicantes-profesinales». Además, cita el programa Jóvenes a la Obra del Ministerio de Trabajo, desarrollado para atender a los jóvenes en situación de mayor vulnerabilidad y que combina la formación en ocupaciones específicas con experiencia laboral concreta. «En este sentido», añade la nota, «quizás hubiera sido más pertinente aumentar los recursos a este programa para ampliar su cobertura hacia un mayor número de jóvenes y en promover las modalidades de contratación ya existentes».
El año 2014 se cerró en Perú con una tasa de desempleo juvenil del 13,7%, tres puntos menos que en 2009 y por debajo de países como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Chile y Uruguay. No obstante, la informalidad es uno de los grandes males que marcan la realidad laboral de los jóvenes y uno de los caballos de batalla de los gobiernos de la región. Según la OIT, la disminución de beneficios laborales no se traduce, necesariamente, en una reducción de la informalidad del empleo. En el caso de Perú, «el impacto de las leyes 28015 y 1086 aplicadas para promover la formalización laboral de las microempresas no evidencia dicha relación, ya que la informalidad se ha reducido mucho menos que entre las medianas y grandes empresas». Un estudio de Manpowergroup identifica que la principal dificultad con la que se encuentran las empresas es la escasez de mano de obra cualificada. Por tanto, la OIT aboga por una mayor cualificación de los jóvenes y una mejora de la calidad de la oferta formativa.