Esta es la pregunta que se plantean los autores de la Universidad de Oxford Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, en un estudio publicado el pasado mes de septiembre, donde se examina hasta qué punto son los puestos de trabajo actuales susceptibles de ser ocupados por las máquinas. Para ello han realizado un listado de 702 ocupaciones sobre el que han analizado los impactos esperados por la informatización en los procesos del mercado laboral de los EEUU. Los resultados son que el 47% del total del empleo de Estados Unidos está en riesgo.
Una interesante anécdota que nos recuerda que no es un proceso nuevo y que se cuenta en este informe es que William Lee inventó la máquina de tejer medias en 1589 esperando que este invento aliviara el trabajo de las tejedoras. Con el objetivo de lograr la patente de su invención viajó a Londres, donde había alquilado un edificio para que la reina Isabel I viera la máquina. Para su sorpresa, la Reina se preocupó más por el impacto en el empleo de la nueva invención que en sus ventajas y rechazó financiarle.
Este fenómeno no está lejos de lo que vivimos en nuestro entorno más cercano, donde hemos visto cómo en las últimas décadas la tecnología ha sustituido un considerable número de puestos de trabajo, desde bibliotecarios hasta cajeros y operadores telefónicos.
Mientras nos encontramos con un profundo debate sobre las causas de las actuales altísimas tasas de desempleo ya son un numeroso grupo los investigadores que han señalado esta tecnificación como causa, por ejemplo Brynjolfsson y McAfee.
Por otra parte, autores como Goos and Manning hablan de que las tareas manuales de los servicios son menos susceptibles a la sustitución por la máquina como lo pueden ser las actividades de cuidado de las personas.
Todo esto nos lleva a señalar que estamos asistiendo a una polarización del mercado laboral.
En un informe reciente del Think Tank Resolution Foundation y la London School of Economics titulado ‘¿Una crisis polarizante?’ se muestra cómo desde el inicio de la crisis han crecido los trabajos de alta cualificación y los que requieren escasa formación pero han desaparecido con preocupante rapidez los situados en el estrato medio.
Según los autores, Reino Unido se dirige hacia un mercado de empleo que únicamente tendrá dos niveles, con una parte superior de la escala laboral, la de la alta gestión, consultoría y el trabajo de alta cualificación que está creciendo un 16% desde el inicio de la crisis, y un sector inferior, el de los servicios y la hostelería, que ha aumentado un 17% en ese mismo periodo. Una realidad de la que parece no escaparemos en nuestros contexto local y que también visualizan autores como Goos y Manning en trabajos como ‘Lousy and Lovely Jobs’ (2007)
Como vemos es un tema que ya ha sido probado y contrastado hace tiempo, lo que diferencia al estudio de la Universidad de Oxford es que mientras la sustitución robótica para tareas tanto manuales como cognitivas REPETITIVAS era evidente (un ejemplo de esto último lo constituye la automatización de procesos administrativos dentro del sector público)en las actividades no repetitivas que implicaban por ejemplo redacción legal, conducción de camiones, diagnóstico médico, persuasión y venta no parecía tan clara la posibilidad de tecnificación. Sin embargo, en este estudio los autores defienden que algunas de esas tareas serán pronto automatizadas. Debido a los recientes desarrollos en el campo de la ingeniería y la inteligencia artificial se nos abren nuevas dimensiones para comprender de susceptibilidad de los empleo a la informatización.
Otro aspecto relevante que estos autores señalan es que desde la implantación y uso generalizado de la electricidad la historia del siglo XX ha sido una carrera entre la educación y la tecnología, llevando a las personas a la necesidad de seguirse formando a lo largo de la vida: Life Long Learning. Como la informatización entra en dominios cada vez más cognitivos esto implica un reto constante para las personas.
Para completar las conclusiones del estudio este modelo predice que la mayoría de los trabajos en transportes y logística, junto con la mayor parte del apoyo administrativo y las labores de producción están en riesgo, y sorprendentemente una parte sustancial del empleo de servicios, los cuales en la mayoría se han desarrollado en las últimas décadas, son altamente susceptibles a la informatización. Por ello, los trabajadores de baja cualificación se recolocarán en tareas donde se requiere creatividad e inteligencia social, es decir, para ganar la carrera los trabajadores tendrán que adquirir competencias creativas y sociales como ya vimos en la entrada sobre ‘Las 5 Mentes del Futuro de Howard Gardner‘ y que desde NSF trabajamos en los nuevos talleres para liderar nuestro futuro profesional.
El sociólogo alemán Ulrich Beck afirma que quien asegura tener una receta para garantizar el pleno empleo falta a la verdad y que estamos a las puertas de su final. Keynes vaticinó que en el 2030 los países desarrollados tendrían “lo suficiente” (materialmente hablando) como para permitirnos trabajar 15 horas semanales y redefinir nuestras prioridades vitales.
Y es cierto, la irrupción tecnológica nos permite producir cada vez más bienes con menos empleo intensivo, el problema subyace en que no existe una correcta distribución en el disfrute de estos bienes ni en la cantidad de trabajo que realizan las personas. Ver la entrada ‘Trabajar menos para trabajar todos’.
Sin embargo, quisiera terminar en clave positiva recordando una frase de Kennedy: “Si los hombres tenemos suficiente talento como para inventar nuevas máquinas que destruyen puestos de trabajo, también tenemos la capacidad de hacer que las personas que han perdido su empleo vuelvan a trabajar”.
Publicado por Laura Simón para ‘Construyendo capital humano’ el 17 de febrero de 2014