Cuando los deportistas de alto rendimiento están en activo, pocas veces suelen plantearse qué hacer una vez acabada su carrera deportiva. Si las lesiones lo permiten, estar en la cúspide del deporte les permite acceder a una imagen pública de prestigio con la consiguiente posibilidad de acceder un empleo. Pero si la mala suerte se cruza en el camino, ya sea en forma de lesiones, la edad o que las nuevas generaciones vienen empujando fuerte es cuando el atleta empieza a pensar en su incorporación en el mundo laboral.
La jugadora de waterpolo internacional Jennifer Pareja –subcampeona olímpica, campeona del Mundo y de Europa- confesó recientemente que siente vértigo al pensar en su vida fuera de las piscinas. “Me asusta pensar en el momento de mi retirada, esto es mi vida” zanjó la olotí. No es para menos en un momento en el que el paro juvenil en España supera el 50%. Si los jóvenes formados con estudios superiores tienen grandes dificultades para obtener un empleo, imagínense aquellos que han dedicado su vida al deporte con estrictos calendarios y rígidos entrenamientos.
La ex olímpica Coral Bistuer participó en innumerables competiciones en la modalidad de taekwondo con grandes éxitos a sus espaldas. Destacó en unas charlas dedicadas al mundo empresarial y deportivo que «esos años que el resto de la gente emplea para formarse y estudiar» los deportistas de alto rendimiento los utilizan para entrenarse y dejarse «el alma en la pista». «Y, de estar entre los ganadores, de repente nos sueltan en el mundo y nos damos cuenta de que hemos perdido el tren que nuestros amigos tomaron para crecer, estudiar…».
En los últimos años se han acentuado las iniciativas en torno a esta problemática. Entre ellos el Consejo Superior de Deportes, que a través de su plataforma PROAD trata de orientar al deportista durante la última etapa de su carrera. Algo tarde quizá, dados los tiempos que corren pero que, al menos, acorta en cierta manera la distancia existente entre los profesionales del deporte y el mundo laboral.
Es una ardua tarea, al alcance de muy pocos poder compaginar estudios y deporte de alto rendimiento. Las universidades, al menos en España, no están preparadas para este grupo social y menos, con un sistema como Bolonia donde las asistencias a clase son obligatorias. En Estados Unidos, además de tener un sistema universitario que blinda el papel de los deportistas, estos están muy bien reconocidos por el mundo empresarial, porque además de jugar un papel importante en la imagen pública de la compañía, las experiencias y los valores de los atletas son acogidos con gran interés. En España, a pesar de que las empresas empiecen a mostrar cierto interés en contratar a jóvenes con este perfil, por lo general los deportistas no tienen ese reconocimiento que tantas puertas abre en América.
Por todo ello, creemos que la Campaña Internacional de la Década del Empleo Juvenil no será la panacea, pero al menos permitirá albergar en su seno políticas enfocadas a paliar esta situación tan difícil para muchos deportistas.