El 27% de quienes realizan períodos de formación en empresas consigue un contrato al acabar
El 8 de mayo se ha celebrado el Día Internacional del Becario. Una figura a caballo entre la formación académica y el mundo profesional cuyo número ha aumentado en España más de un 350% desde el año 2015. No en vano, se calcula que hay unos 70.000 becarios oficiales, es decir, recibiendo algún tipo de remuneración, y un estudio de la web Acierto.com recoge que este país es el segundo del territorio europeo con mayor número de titulados haciendo prácticas, solo por detrás de Eslovenia.
Las prácticas profesionales no laborales (reguladas y remuneradas) son el instrumento más eficaz para fomentar el empleo juvenil. Su eficacia es incuestionable, y está avalada por los datos: sólo un agente laboral como la Fundación Novia Salcedo, en los últimos 8 años ha gestionado nada menos que 5.480 becas de prácticas profesionales no laborales en empresas del País Vasco (más otros 480 internacionales), de los cuales 3.735, es decir un 68,5%, se materializaron en un contrato laboral. «No existe ninguna otra fórmula de acceso al primer empleo con ratios siquiera similares», destaca la directora de esta entidad, Begoña Etxebarria.
La intención de la mayoría de estos jóvenes es utilizar estas etapas de formación en empresas como un modo de adquirir experiencia profesional y, por qué no, contactos. Según datos recogidos por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en el primer trimestre de este 2019 el 27% de los becarios logró quedarse en su puesto de trabajo al finalizar su período de prácticas. «La necesidad y eficacia de las prácticas está avalada por los propios jóvenes: según las encuestas de NSF a sus jóvenes en prácticas, un 89% consideran que han adquirido competencias profesionales clave, logren o no un contrato laboral», incide Etxebarria.
Mostrar interés y entusiasmo
Para ellos uno de los principales objetivos de estas prácticas es mantenerse en la empresa, de ahí que los expertos destaquen varios factores a tener en cuenta además de realizar de forma correcta las tareas encomendadadas. Desarrollar una buena relación con el supervisor y con el resto de compañeros consiguiendo integrarse en el equipo es importante, pero también lo son otras cuestiones más intangibles como respetar los códigos de vestuario y los tiempos de descanso o comidas, acatar la política relacionada con el uso de internet, el correo electrónico o las llamadas telefónicas, así como mostrar interés y entusiasmo.
«Las prácticas no son el problema, sino la solución», resume la directora de NSF, quien asegura que establecer un marco de calidad, una reglamentación adecuada, una tutorización constante y un seguimiento y evaluación de los aprendizajes individualizados serían suficientes para garantizar la calidad y eficacia de las mismas.