La novena edición de los Indicadores Clave del Mercado de Trabajo (KILM) de la OIT constata una de las asignaturas pendientes de los países en vías de desarrollo
El nivel de educación de la fuerza de trabajo está aumentando en todo el mundo, pero el acceso a la enseñanza superior no produce una disminución del desempleo a nivel mundial, recoge la novena edición de los Indicadores Clave del Mercado de Trabajo de la OIT. Según la última edición de los KILM, que forma parte de la base de datos central de la OIT (ILOSTAT), sólo dos de los 64 países con datos disponibles registraron un incremento en la proporción de la fuerza laboral con estudios superiores en los últimos 15 años. Los mayores aumentos fueron observados en Canadá, Luxemburgo y Rusia.
Al mismo tiempo, se constató una caída en la proporción de la población activa con tan sólo un nivel de educación primaria o inferior. «Esta es una evolución positiva para los individuos, ya que los trabajadores más instruidos tienden a recibir mayores ingresos y obtener mejores condiciones de trabajo», declaró Steven Kapsos, jefe de la Unidad de Producción y Análisis de Datos del Departamento de Estadística de la OIT. Además, este hecho constituye «un progreso a nivel nacional y mundial puesto que hay una estrecha correlación entre los niveles de educación de la fuerza de trabajo y los niveles nacionales de productividad del trabajo».
No obstante, esto no significa que los trabajadores con estudios superiores tengan automáticamente mejores oportunidades de encontrar un empleo. Si bien en la mayoría de las economías de altos ingresos es menos probable que los licenciados en educación superior estén desempleados, en las de ingresos bajos y medianos bajos tienen mayores probabilidades de figurar entre los desempleados que los trabajadores con niveles de educación más bajos.
«Esto refleja un desajuste entre las personas cualificadas y el número de empleos disponibles que correspondan con sus competencias y expectativas y, si no se corrige, este desajuste podría frenar el crecimiento económico y el desarrollo», declaró Rosina Gammarano, del Departamento de Estadística de la OIT. Un desajuste del que no se libran países como España y Grecia, muchos de cuyos jóvenes mejor preparados tienen que emigrar en busca de una oportunidad laboral acorde a su formación.
Más NiNis por culpa de la crisis
El informe KILM presenta además las cifras de la proporción de jóvenes que ni trabajan ni reciben formación, uno de los indicadores propuestos que serán utilizados para supervisar la puesta en práctica del Objetivo 8 y de su meta específica sobre los NiNis de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Estos datos muestran que los países donde más aumentó el número de NiNis en los últimos años son todas las economías de altos ingresos particularmente afectadas por la crisis financiera mundial, como Chipre, Irlanda, Italia, Grecia y España. Por el contrario, economías de ingresos medianos-altos como Bulgaria o países de bajos sueldos, como Camboya, registraron la mayor disminución en el número de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Además, persiste la desigualdad entre hombres y mujeres en la mayoría de los países en desarrollo de los que se dispone de datos, con un porcentaje de mujeres jóvenes NiNi que, por ejemplo, supera el 40% en Egipto frente al 17,3% de los hombres.
Los KILM arrojan otros datos interesantes, como que la tasa media de desempleo en los 122 países analizados aumentó para pasar del 6,4% en 2007 al 7,2% en 2014, o que un trabajador medio en un país de altos ingresos produce al año 62 veces más que un empleado similar en una economía de bajos sueldos y 10 veces la de una de ingresos medios. Sin embargo, el grupo de países situado en un escalón intermedio registró el crecimiento más rápido de la productividad en los últimos quince años.
«Muchos indicadores KILM son buenos candidatos para formar parte del conjunto de indicadores que serán utilizados para medir los progresos en los ODS. Mejorarlos seguramente ayudará a proporcionar parámetros confiables para seguir su evolución», afirmó Rafael Díez de Medina, director del Departamento de Estadística de la OIT.