Dos estudiantes vascos se llevan sendos premios de la Euspen Challenge, competición que busca ‘cerebritos’ de la ingeniería
Una vez más, se demuestra que los jóvenes de hoy en día son la generación mejor preparada. Alberto Figueroa y Olatz Cánovas han sido los grandes triunfadores del desafío Euspen Challenge 2015. Un certamen que se celebra anualmente desde 2010 y que busca futuros talentos de la ingeniería de precisión. Promovido por Euspen, plataforma internacional cuyo objetivo es fomentar los desarrollos tecnológicos entre empresas e institutos de investigación, 27 participantes de 20 nacionalidades distintas, entre los que figuran EE UU, China, Japón y varios países de la Unión Europea, se dieron cita en Estocolmo (Suecia).
Figueroa y Cánovas, estudiantes de primero de Máster en Ingeniería Industrial, fueron reconocidos como los mejores en las categorías de ‘Mejor solución general’ y ‘Solución más innovadora’, respectivamente. Durante ocho horas aproximadamente y en grupos de tres personas de diferentes nacionalidades, los participantes tuvieron que desarrollar una máquina de medir coordenadas empleando materiales “de andar por casa”, según relata Cánovas. Así, los concursantes se las tuvieron que arreglar con una webcam de ordenador, un kit de montaje básico, cinta de carrocero, cajas de cartón, una cartulina de colores y un software proporcionado por la propia organización.
Especializados ambos en la rama mecánica, para acceder a la ronda final Alberto y Olatz tuvieron, anteriormente, que superar una serie de pruebas a nivel nacional. En la capital sueca, únicamente se presentaron los ganadores de cada país. Sin embargo, sobre los inicios, ambos estudiantes recuerdan que fue su profesor de fin de grado quien les animó a presentarse. Sin nada que perder, superaron la fase previa y se plantaron en la final: “el premio estaba prácticamente conseguido”, subraya Figueroa, quien a su vez, admite que la sorpresa fue mayúscula cuando el jurado hizo públicos sus nombres como vencedores, pese a que determinados aspectos de la máquina no eran los idóneos: “la precisión no era buena, aunque sí la presentación”.
“Alegría, sorpresa y satisfacción” fue lo que se llevó también Olatz Cánovas al conocer su victoria en lo referente a la innovación. Pese a que apenas se conocían entre los participantes, “sí se estableció un vínculo durante el primer día con una serie de pruebas que establecieron los organizadores”. Además, destaca la dificultad del concurso ya que en palabras de la estudiante, “no es fácil enfrentarse a rivales que cuentan con doctorados y otros estudios de mayor envergadura”. Por si fuera, poco cada grupo debía exponer las razones de su proyecto ante el jurado. No obstante, señala que el premio es una recompensa a todo el esfuerzo realizado durante aquella jornada.
Sobre el buen momento que vive el sector de la Ingeniería industrial en en País Vasco, Cánovas sí se mojó y señaló a esta comunidad autónoma como “referente” por la existencia de grandes empresas, algunas de ellas destinadas a la aeronáutica. Sobre sus posibilidades, Figueroa no quiso avanzar hechos pese a afirmar que diferentes profesores matizan que no es un sector especialmente castigado por la crisis, aunque adelanta: “en caso de tener ofertas de trabajo en otros países, no dudaría en marchar”.
Los alumnos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao (ETSI) han sido artífices durante ediciones anteriores de la Euspen Challenge en lograr puestos de honor. En la primera de las ediciones, tres estudiantes de la ETSI vencieron la fase nacional y uno de ellos fue miembro del equipo ganador a nivel europeo. Vencedores en varias categorías de la edición de 2012, al año siguiente alcanzaron la final estatal y se la llevaron.