Curiosidad y ganas de ayudar son los motores que mueven a millones de personas a realizar labores de voluntariado por todo el mundo. Personas que ayudan, acompañan, educan, orientan y enseñan a quienes más lo necesitan a cambio de nada. Y a pesar del azote del paro, que se ha ensañado de manera especial con los más jóvenes, un alto porcentaje de éstos ve en el voluntariado una oportunidad para conocer otras realidades, desarrollar habilidades interpersonales, tomar contacto con el mundo laboral y enriquecer su bagaje vital con una experiencia altruista y desinteresada.
El estudio ‘La situación del voluntariado juvenil ante el empleo: competencias y empelabilidad‘, realizado por la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco, destaca los valores de los voluntarios que trabajan en entidades juveniles y de tiempo libre. El informe analiza de qué manera el hecho de participar en estas tareas facilita acceder a un puesto de trabajo y remarca que, si bien la tasa de paro juvenil ascendía en el último trimestre de 2014 al 52,39%, según la EPA, la tasa de paro entre el voluntariado era del 23%. El secreto está en las competencias adquiridas durante el voluntariado, que coinciden con las demandadas por los empleadores: trabajo en equipo, optimismo y entusiasmo, comunicación interpersonal y capacidad para analizar y resolver problemas.
Y es que en una economía de servicios como la española se suele valorar más a los candidatos que demuestren habilidades de comunicación, trabajo en equipo, autogestión y liderazgo, competencias que no se potencian a través de la educación formal, sino que se adquieren en experiencias profesionales o voluntariados. Además, empresas de selección como Hays, destacan que pasar un tiempo como voluntario hace visibles la inquietud, la capacidad de desenvolvimiento, la tolerancia y la amplitud de miras de un candidato, aptitudes que se convertirán en un elemento diferenciador a la hora de competir con otras personas. De ahí la importancia de hacer referencia en el currículum a las labores de cooperación, a la pertenencia a asociaciones deportivas y a la implicación en actividades colectivas.
Tras una estancia en Nicaragua trabajando en una residencia de ancianos hace cuatro años, la joven Ana Zamorano empezó a recorrer el mundo para ayudar a cambiarlo un poco. Desde entonces, ha colaborado en proyectos solidarios en El Salvador, Guatemala, Indonesia, India, Gambia y Uganda. En estos dos últimos países, además, Ana puso en marcha sus propios proyectos, recaudando fondos para comprar insumos agrícolas, medicinas, material escolar, dotaciones para un orfanato y para adquirir dos vacas para uno de los poblados en los que se alojó.
El voluntariado para esta joven, que acaba de terminar sus estudios de Publicidad y Comunicación en la UPV, ha supuesto no solo la posibilidad de conocer otras culturas y un aprendizaje ‘in situ’ de otra forma de hacer las cosas, sino una oportunidad para emprender y acometer otros proyectos, como el que prepara para el próximo año, recorrer América Latina desde Chiapas hasta la Patagonia con una cámara de vídeo. Instalada, de momento, en Inglaterra realizando unas prácticas en Marketing online para Zumos Don Simón, Ana considera que su experiencia como voluntaria ha sido muy positiva y enriquecedora no solo de cara a su futuro profesional, en el que espera poder trabajar con una organización de carácter social, sino como persona.
“En mi casa, nadie se había planteado nunca realizar un voluntariado y yo quería vivir esa experiencia. Al cumplir los 19 años, decidí que era el momento y me fui a la India”, recuerda María Ibargurengoitia, estudiante de segundo año de Magisterio, que continúa como voluntaria tras su paso por el país asiático, trabajando como monitora de tiempo libre en el Patronato de Aldai de Algorta todos los sábados, en verano y navidades.
María y su amiga Aiara Martiarena, también estudiante de Magisterio estuvieron juntas en Nueva Delhi enseñando en una escuela, una experiencia que vivieron de manera intensa, enfrentándose a una realidad que les interpelaba constantemente. Allí pusieron a prueba lo aprendido en la universidad, intentando enseñar con métodos diferentes a los que se usan allí como “copiar de la pizarra y el castigo físico, cosas que aquí ya no se ven en ningún colegio, pero sin juzgar, solo sugiriendo otras alternativas más lúdicas y didácticas”, señala Aiara. Para estas jóvenes, lo vivido en la India ha sido tan positivo que quieren repetir el próximo año yendo a Perú a echar una mano en otra escuela.
Como ellas, un 41% de los jóvenes en Euskadi han sido voluntarios o se encuentran actualmente haciendo parte de un proyecto de voluntariado, según un reciente estudio publicado por el Observatorio Vasco de la Juventud. Un informe que destaca que las chicas realizan más voluntariado que los chicos, y que el sexo determina el cariz de los proyectos elegidos para cooperar. Ellas lo hacen más en tareas educativas y ellos, en las de carácter deportivo.