El Banco de España destaca la reducción del número de ‘ninis’ y el incremento de titulados superiores
La recuperación económica en España no solo ofrece buenos réditos a las empresas sino que está teniendo otro efecto positivo: un incremento en el número de jóvenes que deciden prolongar sus estudios en busca de un futuro más prometedor. Así lo refleja el análisis del Banco de España ‘Cambios en la decisión de participación laboral de los jóvenes tras la crisis’.
Según este informe, el número de menores de 30 años que ni estudian ni trabajan se ha reducido en 600.000 personas respecto al máximo de 1,7 millones registrado en 2012. Las causas de este cambio hay que encontrarlas en el hecho de que la mayoría de los jóvenes que decidieron retrasar su entrada al mercado laboral o se salieron de él lo hicieron para dedicarse a mejorar su formación. Los datos del Banco de España y el INE señalan que el porcentaje de jóvenes inactivos que estudian ha pasado del 25,3% en 2007 al 38,7% en 2018.
El órgano supervisor ha comparado igualmente el máximo nivel formativo alcanzado por la población de 25 años de diferentes generaciones. De acuerdo con estas cifras, el número de jóvenes que habría obtenido como máximo el título de ESO a los 25 años se ha reducido del 36,5% al 23,3% entre el segundo trimestre de 2007 y el mismo periodo de 2019. La mayor parte de esta disminución se tradujo en un aumento en el porcentaje de jóvenes que obtienen titulación universitaria, al pasar del 23,1% al 33,9%. Además, la proporción de los que concluyen con éxito algún otro tipo de formación terciaria se incrementó desde el 11,5% hasta el 15,9%.
Menor tasa de actividad
Y es que los jóvenes han aprendido la lección de los años de bonanza previos a la crisis, cuando muchos abandonaron los libros para trabajar principalmente en la construcción. Su posterior expulsión del mercado laboral les dejó sin ingresos y con la losa de una baja cualificación que dificultó su acceso al empleo.
Estas circunstancias, la menor entrada de los jóvenes en la población activa y la mejora de la formación, ha provocado una caída de la tasa de actividad entre los menores de 30 años desde el 70% que había en 2007 hasta el 53% en 2019. Una disminución que, a cambio, podría verse compensada, a juicio del Banco de España, «por incrementos de la productividad y de la actividad de esta generación en el futuro».