La igualdad entre hombres y mujeres sigue siendo una asignatura pendiente en la mayoría de los países del mundo. Una mejor presencia femenina en los órganos directivos de las empresas, diferencias salariales y dificultades para conciliar vida laboral y familiar son una realidad que va cambiando a un ritmo muy lento en las sociedades más avanzadas. Sin embargo, en los países más pobres los escollos que deben superar las mujeres, sobre todo las más jóvenes, son aún más altos.
Un estudio de la OIT en colaboración con la Fundación MasterCard, basado en el análisis de encuestas sobre la transición de la escuela al trabajo en 32 países en vías de desarrollo, concluye que ser mujer y joven todavía constituye un doble desafío para la generación actual de mujeres que buscan un empleo decente. «Los resultados del estudio revelan que están más expuestas a la discriminación cuando intentan acceder a los mercados laborales. Un número demasiado elevado de mujeres, cualquiera que sea su nivel de instrucción, siguen excluidas de la posibilidad de ganarse la vida», explican Azita Berar Awad, directora del Departamento de Política de Empleo de la OIT, y Ann Miles, directora de Medios de subsistencia y inclusión económica de los jóvenes de la Fundación MasterCard.
Los resultados señalan que el 76% de los jóvenes de entre 15 y 29 años en esos países que no están buscando un empleo ni reciben enseñanza formal son mujeres. Además, sufren tasas de desempleo más altas (13,6% frente a 12,6% del total), reciben remuneraciones más bajas que sus compañeros varones (hasta un 36% menos), tienen una proporción más alta de empleo informal (75% en comparación con el 73,6% de los trabajadores del mismo grupo de edad) y una transición de la escuela al trabajo más larga. El informe de la OIT y la Fundación MasterCard asegura también que cuando las economías no crean un número suficiente de empleos cualificados para todos los que buscan trabajo, son las mujeres las más desfavorecidas.
Responsabilidades familiares
Estas cifras son consecuencia, según Bear y Miles, de la falta de acceso a los recursos, los matrimonios y las maternidades precoces, así como al trabajo no reconocido ni remunerado. De hecho, el 21% de las chicas encuestadas atribuyen su inactividad económica a las responsabilidades familiares y domésticas. Para los hombres, el porcentaje es del 4%, con lo que se constata que tienen muchas más probabilidades de reincorporarse al mercado laboral.
Una vez constatada esta realidad, el informe hace referencia a las iniciativas que se están llevando a cabo para ayudar a las mujeres jóvenes a salir adelante. Además, propone ideas sobre cómo superar algunas de las limitaciones específicamente femeninas en los programas de empleo juvenil, desde abordar la desigualdad en la distribución de las responsabilidades familiares a superar la discriminación en la contratación y en las condiciones de trabajo, hasta la segregación profesional.
«El informe recuerda que el mundo necesita de un esfuerzo más concertado a fin de encaminar a las mujeres jóvenes en el camino correcto hacia la emancipación económica. Por el interés de todos, debemos eliminar los obstáculos que les impiden desarrollar su pleno potencial y su derecho a la igualdad de oportunidades y de trato», concluyen las representantes de la OIT y la Fundación MasterCard.