El Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon acaba este año su segundo mandato al frente de la organización mundial. Ocho años en los que ha hecho frente a muchos desafíos ante un mundo cada vez más complejo.
Desde que en 2007 recogiera el testigo del carismático y mediático Kofi Annan, el surcoreano ha tenido en su gestión según los expertos sus luces y sus sombras. “Es un hombre bueno (por Ban Ki-moon), apesadumbrado por los fallos de la organización”, señala Richard Gowan a El País, profesor en Columbia y experto en Naciones Unidas en el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.
La mayoría de analistas coindicen en los errores de su mandato: falta de iniciativa y creatividad ante problemas complejos, poca contundencia en los escándalos sexuales de los cascos azules, consolidar antes que reformar, etc. Pero sus detractores también ponen de manifiesto que logró sacar adelante un pacto contra el cambio climático que todo el mundo daba por muerto. También la aprobación de una Agenda 2030 donde todos los países por igual debían de trabajar por un mundo más sostenible.
Pero a nuestro entender, hay un legado que, aunque menos notorio a corto plazo, el tiempo le dará la razón. Para Ban Ki-moon la integración de los jóvenes en el Sistema de Naciones Unidas ha supuesto una piedra angular. Especialmente en su segundo mandato.
Uno de los principales motivos de que Ban Ki-moon comenzase a fijar a la juventud como una de sus metas es, sin duda, la Primavera Árabe. El movimiento popular surgido en 2010 en algunos países árabes tuvo como catalizador principal a los jóvenes. Una serie de demandas sociales les empujó a salir a la calle en contra de sus gobiernos.
Ya en 2011, en una reunión en Paris en la cumbre de Ministros de Finanzas del G20, el Secretario General de Naciones Unidas dijo acerca de estas revueltas que «desde el comienzo de la primavera árabe, los jóvenes de todo el mundo han tomado las calles pidiendo mayores oportunidades para participar en la vida política y económica, (…) Escuchémoslos, porque de lo contrario las próximas décadas podrían estar marcadas por una inestabilidad y una alienación que minan nuestras perspectivas de paz, seguridad y prosperidad para todos«.
En 2013, Ban Ki-moon abrió la Oficina del Enviado del Secretario General para la Juventud. El jordano Ahmad Alhendawi es hasta la fecha el Enviado. Sus funciones han sido claras desde el principio: atender las necesidades de los jóvenes, escuchar sus demandas, así como acercar a los jóvenes la labor de Naciones Unidas en el ámbito juvenil.
El ECOSOC Youth Forum que desde 2012 alberga a los principales líderes en temas de juventud ha sido también, uno de los hitos en el mandato del Secretario General. El evento, que dura dos días un punto de intercambio importante de discusión e intercambio de ideas.
Estos hechos y algunos más reseñables, han sido desde el punto de vista de la Campaña Internacional para la Declaración de la Década del Empleo Juvenil, la gran aportación de Ban Ki-moon al mundo. Los jóvenes, ahora pueden canalizar sus preocupaciones y participar en el Sistema de Naciones Unidas. Un hecho que en gran parte se debe a sus esfuerzos por tratar de integrar a las nuevas generaciones con la energía y la decisión de cambiar las cosas.